El pasado mes de mayo, tomé una decisión muy fuerte, fuerte digo. Porque implicó dejar un pasado y muchos recuerdos. Decidí mudarme, después de 30 años viviendo en mi casa, se preguntarán por qué tomé esa decisión, hace un par de años mi esposa falleció y quedé solo en casa, mis hijos vivían muy lejos de mí, decidí vender mi casa para comprar una cerca de ellos.
Nunca pensé en que podría ser una decisión tan complicada, dejé una vida entera por estar cerca de mis más grandes tesoros, mis hijos. Comencé empaquetando con medio mes antes del traslado, cada cosa, cada rincón de mi casa, guardaba una historia diferente; la sala, mi lugar favorito, ese sillón fue el punto de abrazos con toda mi familia, aún recuerdo como si fuera ayer, mi esposa, mis hijos y yo, viendo nuestras series favoritas, todos abrazados, o cuando me tocaba llevarlos a la cama, porque se dormían, mis ratoncitos, tan rápido crecieron, ¡hay! Ese sillón sí que es testigo de muchas veladas en familia, discusiones constructivas y tantas cosas. La cocina, como olvidar las mil y un recetas que inventamos con mi esposa, siempre con ese amor único que la caracterizó siempre, el brillo de sus ojos nunca dejó de resplandecer mi alma, sus manos tan delicadas, preparando postres tan deliciosos, cuanto extraño a mi amada, sobre todo, cada palabra cálida que salía de sus labios.
Cuando comencé empacando las cosas de mis hijos de sus habitaciones, me encontré con un montón de fotografías, algunas que ni yo las conocía, fue inevitable soltar lágrimas. Sus calcetines favoritos, sus juguetes favoritos y ese libro de leyendas que tanto les gustaba, sus figuritas coleccionables, entre tantos recuerdos.
Me tocó empacar las cosas de mi habitación, no hasta ese día que había decidido animarme a ver nuevamente las cosas de mi esposa, todo estaba tal y como siempre lo acomodaba, toda su ropa, esos vestidos que la hacían ver mucho más tierna, nuestros anillos de boda, cuantos recuerdos, no les miento, fue difícil. Encontré muchas cosas que ahora las guardo como mis tesoros.
